Me llamarán científico loco, me dirán que me faltan todos los tornillos que una cabeza pueda tener, me repudiarán y eludirán, pero yo sé que es posible lo que pretendo, que puedo lograr lo que llevo planeando e investigando tanto tiempo ya. Han pasado tantos años que no sé ni cuándo se me ocurrió por primera vez esta idea, pero no me importa, porque hoy será el día en el que la lleve a cabo. Miles de horas de estudio, de aprendizaje a base de errores y de conocimiento adquirido van a dar sus frutos al fin.
El laboratorio está desordenado, pero eso ya no importa. Las botellas medio llenas de líquido cuajado pueden quedar relegadas al olvido, junto a las manchas oscuras en el sólido suelo de piedra. Una de las cinco bombillas del techo quedará fundida, como recuerdo de lo que se ha alojado aquí. Un contenedor repleto de despojos y basura quedará sin vaciar al fondo de la sala, esperando a que algún día alguna alimaña llegue para rebuscar en él. La corrompida madera de la puerta seguramente se caerá a trozos para cuando intente ser abierta de nuevo.
Preparo en un vaso la combinación adecuada del brebaje que he descubierto tras tantos intentos. Observo cómo su color va cambiando poco a poco, adquiriendo tonalidades rojizas cada vez más oscuras, hasta pasar de repente a violáceos. Sigo mezclando sus componentes y el violeta se vuelve azulado, hasta acabar siendo turquesa finalmente. Mis ojos brillan de la emoción al pensar en cómo cambiará todo una vez ingiera la mezcla, con un solo pensamiento de pesar, que nadie podrá admirar mi gran obra maestra.
Al tomar un sorbo mi lengua se abrasa. Abro bien el gaznate y arrojo el resto del brebaje a mi garganta, dejando que me queme y derrita todo lo que toca. Vapor nauseabundo comienza a salir por mi boca, mientras fuertes estertores sacuden mi cuerpo. El ingrediente final está surtiendo efecto, permitiéndome dejar a un lado el dolor y escribir cada sensación que me provoca. Mis venas y arterias se inflaman bajo mi piel, marcando su color sobre mi cada vez más pálida piel. Vapor es expulsado por cada poro de mi cuerpo, evaporando cada gota de agua de mi ser.
Me tengo que sentar mientras mis ojos se secan. He perdido casi la visión al completo y mis manos tiemblan acompasando las sacudidas de mi cuerpo. Uno de mis pies ha desaparecido, dejando algunos gramos de cenizas a un lado de la pata de la silla. Mi pelo se cae y desaparece conforme toca el suelo y siento que mi piel se deshace por momentos. En apenas segundos mi brazo izquierdo, mi perna derecha y mi pie izquierdo han desaparecido. Calculo que dispongo de apenas un minuto más antes de que el resto de mi cuerpo los acompañe...
Es lo mejor del cambio: Convertirme en un virus inteligente, capaz de moverse por el aire, de contagiar a todos y convertirlos en lo mismo que yo. Con este sacrificio voy a lograr lo que me dijeron que sería imposible, unificar a toda la humanidad bajo un estandarte. Eliminar diferencias de todos y fallos en las comunicaciones del lenguaje, porque en poco tiempo todos seremos iguales, en forma, habla, ideales e intenciones.
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