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martes, 2 de diciembre de 2014

Capítulo 5: Incidente y limpieza

La noche avanzaba medio tranquila, con los gritos casi desaparecidos al caer la oscuridad y apenas oyéndose nada. Nos encontrábamos dormidos apaciblemente, abrazados, cuando una fuerte explosión hizo temblar el edificio. Nos despertamos asustados y alertas, pensando en qué había podido pasar. Le dije a Mara que se quedase en la cama y mientras me puse unos pantalones me asomé a la ventana del dormitorio. Justo cuando iba a asomarme vi caer algunos cascotes y procedí con cuidado, mirando hacia arriba. Una columna de humo negro salí del edificio, varios pisos más arriba.

Me dispuse a volver dentro y decirle lo que había visto cuando algo salió disparado desde el boquete de la pared, entre la nube de humo. Al poco otros dos objetos salieron tras el primero. Me quedé pasmado mirando cómo caían, el primero gritando y con una expresión de auténtico terror en la cara, con el cuerpo medio chamuscado y el pelo aun humeante, con trozos carbonizados de piel y los ojos abiertos, tan abiertos que destacaban en la oscuridad de la noche. El sonido que produjo al caer fue espeluznante, sonando cómo varios huesos se rompían, cómo la carne se estrelló contra el asfalto, cómo su grito se apagó de repente. 

En apenas un par de segundos otros dos cuerpos cayeron tras el primero, pero me pusieron la piel de gallina. Aunque también estaban medio chamuscados, caían en silencio agitando los brazos en dirección al cuerpo que los precedía. Uno de ellos, durante una fracción de segundo, fijó su mirada en mí, abriendo la boca en una muda súplica hambrienta. Al caer al suelo, vi el que me había mirado dio de cabeza, desparramándose alrededor sus sesos sanguilonentos. El otro cayó de pie, haciendo que los astillados huesos de sus piernas sobresaliesen desgarrando la piel. Inmediatamente, como si no hubiese ocurrido nada, se arrastró hacia el primer cuerpo y mordió ávidamente su hombro, que era la parte más cercana.

Me quedé unos minutos mirando y vi que algunos seres más llegaron desde los extremos de la calle, atraídos por el ruido, por la sangre o a saber por qué. Conforme llegaban a los dos cuerpos inertes (el que cayó gritando y el zombi que estrelló su cabeza) iban agachándose para arrancar piel y músculos y comérselos. Eché otro vistazo a la parte superior del edificio y me asaltaron algunas dudas. Regresé a la cama para contarle a Mara todo lo que he visto, ya que me miraba interrogativa. Eran las cinco y media de la mañana y aun estaba bastante oscuro, por lo que decidimos intentar dormir otro rato. Al amanecer tendríamos que ir hacia arriba, a ver los daños causados por la explosión y limpiar de zombis lo que pudiésemos, intentando asegurar al máximo el hogar. 

Pasaban los minutos y vi a Mara dormir algo inquieta, moviéndose sin cesar de un lado a otro. La abracé, acariciando su pelo para intentar tranquilizar sus sueños. Suspiré y cerré los ojos, obligándome a dormir para intentar acumular fuerzas. En un par de horas tendría que levantarme y salir a enfrentarme cara a cara con la pesadilla que nos estaba rodeando, cada vez más letal y cercana.

Nos levantarnos a cerca de las ocho y nos preparamos para salir a limpiar el edificio. Esta vez Mara me acompañaría, ya que era muy probable que necesitase ayuda. Me puse los guantes, un poco rígidos a causa de la sangre seca, y agarré la barra de hierro, sujetando las dos estacas en el cinturón. Ella, por su parte, cogió un par de largos cuchillos de la cocina y las llaves del piso antes de salir. En el rellano continuaban tirados los cuerpos del día anterior, lo que nos hizo pensar que quizás no hubiese zombis recorriendo el portal, pero teníamos que asegurarnos.

Bajamos a la puerta principal y vimos un cristal de la puerta roto, con los trozos por el suelo, pensando que las vibraciones de la explosión de la noche lo hubiesen destrozado. Había un pequeño charco de sangre oscura coagulada en la bajada de las escaleras, y en la calle no se apreciaba el menor movimiento. Al bajar nos fuimos asegurando que las puertas de los pisos estaban bien cerradas y nos paramos un poco en cada una, comprobando si se oían ruidos en el interior de ellos, cosa que ocurrió en dos. Volvimos al rellano del piso y escuchamos algo espeluznante, que nos hizo olvidar los golpes secos en los pisos inferiores. En la puerta de enfrente se oían arañazos.

Con un tremendo esfuerzo los ignoramos, ocupándonos en arrojar los cuerpos muertos por el hueco de la escalera, intentando no hacer caso al raro sonido que producían al caer y que dejaba eco en el interior silencioso del edificio. Subimos otra planta y vimos que las dos puertas estaban abiertas. Sin hacer ruido, miré a Mara asintiendo y me asomé con cuidado por una de ellas. Al fondo del pasillo vi a alguien de pie, así que agarré las llaves del mueble que había enfrente y rápidamente tiré de la puerta para cerrar, sin dar oportunidad a que reaccionase quien fuese que estuviese ahí. En cuanto cerré oímos cómo se acercaban pasos, acompañados luego de varios fuertes golpes contra la puerta desde la parte interior. Nos giramos atentos a la otra puerta, ya que el sonido podía atraer a alguien o algo. Esperamos unos minutos preparados para la pelea pero no ocurrió nada, así que me acerqué para asomarme. 

Volví la cabeza con una expresión medio de repugnancia y medio de terror. Mara no pudo resistir su curiosidad y se asomó también, viendo con sus propios ojos lo que un poco antes habían contemplado los míos. Había una especie de esqueleto, con algunos jirones de carne aun pegada a los huesos, con la cara medio arrancada y con restos de sangre por todas partes. Un par de moscas revoloteaban alrededor y justamente giró la cabeza sin ojos, moviendo un poco la mandíbula. Su pequeño grito asustado me dio a entender lo que pasaba y entré para rematarlo de un golpe con la barra de hierro. Cogiendo las llaves, tiré de la puerta. Fuimos así, subiendo más plantas y comprobando la entrada de los pisos que veíamos abiertos, siempre cogiendo las llaves al hacerlo. Entonces, acabamos llegando al piso de la explosión y se nos planteaba una difícil decisión.

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